Tras un mes de ausencia vuelvo con mucha energía. Las vacaciones de Navidad, que supuestamente iban a servirme para descansar, resultaron agravar aún más mi cansancio, por lo que la vuelta al trabajo fue un suplicio y, en consecuencia, necesité de una readaptación a la rutina más larga de lo que pensaba. Todos mis planes, todos mis propósitos para el 2013, se han retrasado unas semanas pero nunca es tarde si la dicha es buena, ¿verdad?
Así que aprovechando que días atrás inauguré mis 33 añitos, me ha parecido un buen punto de partida para poner en marcha mis "mejoras" para este nuevo año.
Soy una perfeccionista hasta la médula y tiendo a autopresionarme y a autofustigarme cuando cometo errores. Meses atrás tenía pánico a equivocarme pero he empezado a darme cuenta de que para aprender y, en consecuencia, evolucionar, es necesario errar... y no se acaba el mundo por ello. De hecho nos ayuda a superarnos a nosotros mismos y a ser más creativos.
Siempre es necesario trabajar duro sobre todo aquello que hagamos, poniendo todo nuestro esfuerzo y nuestro empeño. Y también es imprescindible ser agradables con los demás si queremos recibir lo mismo.
Sin prisa pero sin pausa, es lo que viene a decir. Las cosas bien hechas requieren su tiempo pero en ocasiones tendemos a dejarlas aparcadas escudándonos en el "mañana lo terminaré".
Tener una presdisposición positiva hacia todo lo que hagamos o hacia la gente que nos rodea provoca que el resultado o las respuestas que recibamos tengan más posibilidades de estar a nuestro favor: la energía positiva atrae buenas energías.
Bastante triste es el panorama actual como para dejarnos arrastrar a la hora de vestir. Colores vibrantes, complementos divertidos, prendas originales,... están esperando ver la luz y alegrar nuestro día a día. ¡No sé
vosotr@s pero yo me apunto!
En lo que respecta a mis amistades, soy bastante cerrada: valoro la amistad verdadera y huyo de los conocidos. Pero estoy aprendiendo que es importante darle oportunidades a personas que merecen un hueco dentro de mi vida.
Es uno de los temas que más en serio me voy a tomar. Llevo varios años obsesionada y estresada por temas laborales, intentando dar la talla, mejorar como profesional y demostrar mi valía. Ahora que ya me he labrado un prestigio, que la experiencia me otorga un cierto control y tablas más seguras, ha llegado el momento de VIVIR, de disfrutar más de mi tiempo, de la gente que más quiero en este mundo, de hacer lo que me gusta y de relajarme por fin un poco.
Porque la vida son dos días y no quiero reprimirme.
Me estoy haciendo absolutamente fan de las pequeñas cosas de la vida: pasear al atardecer, montar en bicicleta y sentir el aire fresco en mi cara, cerrar los ojos mientras disfruto de unos rayitos de sol, la sensación de bienestar de cuando te acuestas en sábanas limpias impregnada en colonia de lavanda, los baños de espuma con velas de los viernes tarde, el olor de los libros nuevos, los besos bajo la lluvia,... ¡Cuestan tan poco y llenan tanto!
Y la última y más importante: vivir de manera simple, soñar siempre en grande (que no implica hacerse castillos en el aire), ser agradecida, dar amor y, sobre todo, reirse mucho.
Así que en todo ello ando... ¡Feliz comienzo de semana a
tod@s!